Apoyar el puño sobre la frente del cuello,
[la barbilla de la boca]
como la aldaba de una puerta,
[sentado quizá, observando, como Dante]
y golpear [de la levedad al estruendo]
esperando que se abra
la imaginación.
Apoyar la mano sobre la mejilla
para servirte mi cabeza
en una bandeja de carne y plata.
Jorge Ortiz Robla