viernes, 24 de enero de 2014

RÍO SECO [Microrrelato publicado en la antología Realismo Sucio]


Río Seco

Abrió la nevera en busca de la última cerveza que, sabía, ella había escondido tras las bolsas de lechuga preparada. Con la hebilla del cinturón raspaba el suelo de la cocina a cada bandazo que su cuerpo, casi vencido, daba por ella.

Desde la ventana se divisaba un terreno tan áspero como la piel de sus manos. Apoyó su frente sudada sobre el cristal dejando marcadas en él todas sus arrugas, como quien deja la huella dactilar de la memoria. Después salió de la casa, evitando pisar el cuerpo de ella, que como un bargueño, inerte, ocupaba medio pasillo, mientras repetía:


-El río seco corta la ciudad como un latigazo en la espalda, luego la herida se extiende a ambos lados de la orilla-


Con este microrrelato he resultado finalista en el concurso de Ralismo Sucio, Homenaje a Bukowski convocado por la editorial ArtGerust
Con los finalistas se ha editado una pequeña antología.



martes, 14 de enero de 2014

128 KB/s [Mi colaboración en vasos comunicantes]

Foto: Esta tarde a las 22:00 inauguramos


Desde el día 26 de diciembre se puede visitar en Logroño esta exposición en la que diferentes autores, tanto escritores como artistas plásticos, hacemos una interpretación personal de los conceptos comunicación e incomunicación. 

Foto: Oh si, son dos cuadros mini-cabezoniles hablando por un teléfono de vasitos.


Para todos aquellos que no os podáis acercar hasta la Gota de Leche, os dejo el texto con el que he colaborado.

128 kB/s

Te hablé de la comunicación,
pero tú estabas dentro,
en tu burbuja,
como en un sueño,
o un coma.

Y ahora no sé por que me da por escribir un verso
en vez de una novela ligera
que alivie esta tarde de plomo,
en la que los columpios oxidados añoran a los niños
que encerrados en sus casas
matan neuronas frente a un ordenador.

“Mi patria es la infancia” decía el poeta.
Hoy generaciones de apátridas crecen ante una pantalla de plasma,
[Incomunicados a ciento veintiocho kilobytes por segundo
en redes que se entrelazan como en un cepellón lo hacen las raíces]
con ninguna intención de recordar nada.

Hasta el musgo sabe de nuestros nombres,
y aún así creo en el hombre.


Obra de Leyre Pereda