ENTREGUERRAS
I
Mientras las
bombas llovían sobre Bagdad
tú esperabas en un semáforo en rojo
de la avenida.
[Toda luz es señal,
o alerta].
Era verano y el sol pintaba tu
cuerpo como un Sorolla.
[A tus pies el
mar de asfalto encapsulaba como una isla a la ciudad]
Un AH-64 caía
como una gaviota herida muy cerca
de kerbala.
Al Shabab mostraba imágenes de
campesinos
que cambiaron azadas por
kalachnikovs.
y celebraban los 150.000 Dólares
ofrecidos por Sadam.
Al final cruzaste, tomamos un café
y me invitaste a casa.
Pasamos una tarde, una guerra,
la caída de un imperio, un huracán,
y vimos que la crisis llega de
golpe y arrasa.
Ahora todo es escombro,
ruina.
La piedra caída, bien alineada
vuelve a construir un muro sólido.
Los restos del amor
tan solo alimentan a los cerdos.
II
Quizás en
este lugar no llueva demasiado,
pero hay
motivos para soñar.
Tal vez
no hayamos cambiado tanto,
pero
desapareciste como lo hacen las banderas derrotadas.
Miro el
televisor a deshora,
y leo la
prensa por las mañanas.
[La
Plaza Tharir se parece a la infancia,
está llena de vida,
una vida fácil de
arrebatar]
Hablan de
las madres,
hablan de
los hijos,
hablan de
la noche.
La
historia se escribe en el margen de las hojas.
Las
mentiras, en la primera plana
de todos los periódicos.
III
Ardió
Líbano,
Siria se alzó,
y mis
manos avanzaron sobre tu cuerpo
con la
lentitud de la peste, [en tinieblas]
y la
dureza del hambre.
Lo
orgánico pasó de ser plural a innecesario,
volvió el
amor
como la
hoja brota
de la rama seca.
De fondo
el gemido y el telediario,
y
nosotros viviendo la paz de entreguerras,
derrochando
amor,
por
encima de la cama.
Carta de Agradecimiento
¿Por qué
no somos capaces de acabar con los conflictos bélicos?
Cuando
empecé a escribir este poema varios puntos del planeta estaban inmersos en
desgarradoras y tortuosas guerras civiles. Lamentablemente la situación a día
de hoy no es para nada distinta, lejos de desaparecer, estos conflictos se han
extendido, como una mancha de tinta que lentamente empapa el papel en blanco.
Quiero
agradecer al pueblo del Bonillo, su alcalde, autoridades, miembros del jurado y
a Yolanda Sáenz de Tejada, en primer lugar, que le den valor a la palabra y a la
cultura, tan denostada en nuestros días
y en segundo lugar que este poema haya sido galardonado demostrando así que no
todo es negritud, que no todos los concursos literarios son un rifa entre
amiguetes.
Pero
antes de marcharme quiero que recapacitemos juntos, porque cada niña secuestrada,
cada persona asesinada, cada niño soldado, cada pueblo bombardeado, son parte
de ti y de mí. La mayor valía del ser humano viene inscrita en su nombre y es
en un sentido retórico la Humanidad.
Henry
Miller escribió: “Cada guerra es una
destrucción del espíritu humano”
No
dejemos que nos destruya, no lo permitamos y busquemos, como lo hace este
poema, el amor,
el amor de entreguerras.
Jorge Ortiz Robla
El
Bonillo 08/11/2014